02 junio 2007


Me refiero al preciso instante en que leemos un punto final.
El instante mismo en que levantamos la vista o la mantenemos fija en la ingrávida concentración de tinta que aparece ante nuestros ojos como un punto.
Me refiero al dolor de cabeza, a la congestión estomacal, al vacío o a la euforia.
A todo eso que desaparece con el final de una lectura, y a todo lo que permanece como lapidaria sentencia de muerte.
Milagros o regodeos de poder.

3 comentarios:

Franco Félix dijo...

a esto me refiero yo. claro que sí. electricidad.

Julio dijo...

Que deliciosa sensación no?

overcast dijo...

conoc� a un tipo que le gusta leer s�lo hasta la pen�ltima p�gina. nunca lee finales. dijo que cuando lo hac�a no pod�a salir de una depresi�n honda. el final, se le figuraba, era un poco el final de su propia historia: un hombre terminando de leer una novela que comienza a llorar como un v�stago. Le dije que su sensaci�n era muy de Elizondo. dijo que su hipogeo secreto no requiere puntos finales.