13 mayo 2007




En las profundidades de un cuento jamás contado respira un lagarto. Un lagarto como el que todos podemos imaginar pero que nadie es capaz de nombrar. Su nombre ni él mismo lo sabe, pero sabe que algún día alguien habrá de decírselo. Yo tampoco tengo nombre, le dije, me dijo que no necesitaba consuelos. Me avergonzé. Se dio la vuelta para alejarse, había algo escrito detrás de su cabeza. Decía Borges. Borges. Instintivamente toqué la parte trasera de mi cabeza. Mi nombre.